Excepción sin relajos



 Podría ser una buena noticia. Canarias es la única región donde no se aplica el retornado estado de alarma, ante el fragor de la pandemia del coronavirus. Como territorio aislado, la exclusión resalta la diferencia del momento actual. El repunte sufrido en el Archipiélago desde septiembre aún se mantiene con peores registros que los alcanzados en abril, por lo que nadie puede tirar voladores. El aumento de pruebas diagnósticas ayuda a que el número de casos detectados en las islas sea más elevado que entonces. También por eso, el mayor control del fenómeno no puede generar euforia alguna, por mucha que sea la diferencia en el recuento con otras comunidades españolas.

La excepción alivia la economía pero aún no resuelve los riesgos colectivos. La justificación ofrecida por Pedro Sánchez al anunciar las restricciones que se extenderán hasta mayo no aclara qué limitaciones o controles se imponen en las entradas y salidas del Archipiélago. A la espera de la letra chica, nada se ha dicho sobre los traslados en avión o barco, hasta la fecha realizados sin ningún tipo de control sanitario, por lo que sigue intacta su capacidad para contagiar o traspasar un virus que sólo se puede combatir con aislamiento.

Durante estos siete meses se ha vivido aquí sin red que afiance la seguridad sanitaria. La expectativa del Gobierno canario, que esperaba por la declaración del estado de alarma para moverse, es la de aplicar desde esta semana algún mecanismo de control aeroportuario. Todo el tiempo que tarde será un peligro añadido.

La intensidad de los contagios en los países y regiones emisores de viajeros no aporta tranquilidad a los canarios. Y para el visitante, no está de más que se le obligue a unas ciertas garantías. Que la cosa no está para relajos.

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