"Los estamos matando en silencio"
“La soledad está matando a los más sanos. Mueren de ansiedad, porque desde hace casi un año no tienen margen alguno de libertad; encerrados en sus casas, atemorizados por los riesgos de contagio, alejados de sus familias, con la pandemia marcando la distancia y a veces como excusa. Hay un exceso de prudencia que se parece mucho al abandono. Con la prevención de no contagiar a los abuelos han dejado de ir a verles, les dejan la comida en los rellanos, y sólo los más espabilados consiguen conectarse por internet para verle la cara a sus parientes. Algunas casos lleva así desde marzo.
Mueren de angustia, porque no estaban preparados para un enemigo invisible. Aún quedan algunos que vivieron la guerra civil, que pasaron hambre. Otros, no tan veteranos, no pudieron ir al colegio y mucho menos a la universidad; en los últimos años, la mayor alegría que les dio la vida fue poder encontrarse con otros de su misma generación, y disfrutar del tiempo libre con la modesta pensión que ganan. Echar el día conversando, aprendiendo a dar el gimnasio, un baile algunas tardes. Para eso estaban sirviendo los centros de día de mayores, para mantenerlos activos.
Eso lo han perdido definitivamente; los estamos matando en silencio, los está matando la desidia, la ineptitud que les ha provocado una pérdida de movilidad casi irreversible. Como no están internos en ningún centro, los servicios sanitarios han dejado de visitarles, han estado durante meses sin ser atendidos porque eran las recomendaciones oficiales. Ni familia, ni médicos, ni auxiliares. Y sin poder salir ni ver a sus amigos. No van a los bares, a las terrazas, y no pueden disponer del espacio donde estarían mejor atendidos y más controlados. Tenemos un problemón con la dependencia, por falta de gestión, y ahora empujamos a los que aún no habían llegado a ese precipicio.
El 11 de marzo de 2020 el Gobierno de Canarias ordenó el cierre por coronavirus, y hasta hoy. Cuando se levantó el estado de alarma el 21 de junio, pidieron a los responsables de los centros ideas para fijar un protocolo que permitiera la apertura con garantías sanitarias. Se enviaron en plazo todas las sugerencias. Ni así. Han pasado más de 11 meses y cuatro días, y nadie da la cara. En la práctica, el Gobierno ha renunciado a los servicios sociales de los mayores, unos 25 centros de día en todo el Archipiélago, todo está sometido a las únicas órdenes de Salud Pública. Los trabajadores estamos desesperados, no hay manera de que respondan a esta urgencia. Es como si no hubiese nadie en los despachos”.
(Transcripción de una conversación mantenida esta semana con trabajadores sociales adscritos a servicios públicos de atención a los mayores en Canarias).
Amigo Gonzalo. La dependencia de los gestores politicos es mental, dependen del virus, a falta de imaginación para encontrar de nuevo la entrada de donde salieron y ahora no saben como volver. Parece que no leyeron el cuento de Pulgarcito, el niño que tiraba piedritas por el camino para volver a casa de sus padres con sus hermanos, quienes habían sido abandonado por sus padres. La segunda vez que fueron abandonados, Pulgarcito desperdigó migas por el camino para poder volver, pero no pensó que los "pájaros de los políticos" se iban a comer las migas para que no volvieran más y terminaran directamente en la madriguera del ogro, a quienes debían obediencia absoluta: Salud Pública.
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